Empecé a correr a gran velocidad por el descenso mientras esquivaba la arboleda que separaba las altas cumbres de Shenkin con la aldea. Más de una vez tuve que "derrapar" para no perder el equilibrio. Después de algunos minutos, sólo nos separaba una llanura de la aldea, mi terreno favorito porque no había obstáculos y todo era llano. Dí un ladrido para que se agarrase fuerte y empecé a correr a toda la velocidad que podía, incluso saqué la lengua para notar aun más la adrenalina.