Muchas razas conviviendo juntas y luchando por un mismo fin. Acabar con la maldad del ángel oscuro. |
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| Y para los 16 me pido las alas. | |
| | Autor | Mensaje |
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Anastasia
Cantidad de envíos : 92 Fecha de inscripción : 18/08/2009
| Tema: Y para los 16 me pido las alas. Mar Ago 25, 2009 4:30 pm | |
| Bueno pondre el fic a ver si a alguien les gusta xDD Angeles y demonios a porron xDD ...Y para los 16 me pido las alas.
- Spoiler:
“Los salvadores de la Tierra bajarían de los cielos y derrotarían a los malvados provinentes de los más profundo de los corazones humanos… y solo el elegido podrá poner fin a la lucha trayendo la victoria a la Luz y el Bien.”
Un elegido que está entre nosotros, habita entre nosotros y es como nosotros… en parte. Dicen que solo el elegido pudo poner fin a esa lucha que nació incluso antes que el Sol… Pero quién sabe, puede que el elegido aún no haya aparecido.
***
-La noche esta preciosa. No se había dado ni cuenta de que lo había dicho en voz alta. Estaba sentada en el marco de la ventana de su habitación, mirando el manto de estrellas que había encima del lago. Vivía en una pequeña casa en lo alto de una colina en medio del bosque a dos kilómetros de la ciudad. Sonrió contestándose a si misma, cerró la ventana y se acostó en la cama. Estaba muy nerviosa porque al día siguiente sería su cumpleaños, el decimosexto cumpleaños. Aunque parecía que a su madre no le hacía mucha gracia, nada más mencionar la fecha bajaba la cabeza y no hablaba nada de nada del asunto, ni siquiera le preguntaba qué quería de regalo como de costumbre. No sabía por qué se comportaba así, pero sabía que no todos se comportarían de ese modo, al menos a su abuela le hacía muchísima ilusión. Miró la foto que tenía en su mesilla de noche, su abuela y ella misma, el marco le encantaba pues tenía un par de alas pequeñitas a cada lado de color plata muy brillante. Siempre le recordaba a ella. Cerró los ojos y pensó que solo quedaban unas horas, solo unas horas para que su vida cambie aunque sea un poquito.
De repente se levantó de la cama, no sabía por qué pero algo, un extraño impulso la llevaba hacia la ventana, con temor se asomó y se quedó ahí, parada mirando el reflejo de la luna en el agua del lago, casi no se dio cuenta de que no estaba acompañada. Siguió con la vista una larga sombra que se reflejaba en el agua y se percató de que alguien estaba en el lago de espaldas, de negro, justo en el centro, mirando fijamente la luna de la misma manera que la miraba ella. Esa persona empezaba a girar la cabeza pero nunca llegó a verle la cara.
-¡Elizabeth, el desayuno! Ella se despertó de golpe, estaba desconcertada y le entró un escalofrío, de esos de los que ella nunca jamás le daban si no era en clase de historia. Se levantó casi de un salto y vio que la ventana estaba abierta de par en par. La cerró y se quedó un momento mirando el agua cristalina. No le había hecho nada de gracia aquel escalofrió. Se vistió y empezó a peinarse. Tenía el pelo castaño, largo y liso, con un flequillo hacia un lado que nunca se quedaba donde a ella le gustaba. Tenía los ojos marrones y pequeñitos, nunca le había gustado ese color pero era cuestión de genes y nunca lo podría cambiar. Bajó a la cocina y se sentó en la mesa. Era su cumpleaños y su madre ni le había saludado. -Ummmm… Felicidades ¿no? –dijo su madre con un intento de sonrisa. -Gracias –sabía que la sonrisa era falsa, pero valoró el intento. Elizabeth no esperaba ningún regalo ese día, ni mucho menos, pero al decir verdad lo mejor que le podía pasar es volver a ver a su padre y hermano. No podía echarles más de menos, y la falta se hacía especialmente dolorosa en días como ese. Aún no podía creer que ambos ya no estuvieran con ellas. Fue hace casi dos años cuando tuvieron un accidente de coche y nunca se pudieron recuperar los cuerpos, ni siquiera tuvieron un entierro como dios manda. Cuando miró el reloj vio que ya llegaba tarde, se levantó y cogió su mochila para salir pitando de ahí. -¡Adiós! Y no me esperes para comer.
Cuando llegó a clase la profesora no había llegado aún. Se sentó en su sitio y sacó sus libros. Se acostó sobre el pupitre con tristeza. Desde donde estaba podía ver la espalda del chico que se sentaba delante suyo que se giró lentamente. Tenía unos ojos azules muy clarito que ocultaba detrás de unas gafas sin montura. Su pelo estaba ya un poco largo de color rubio oscuro con algunos mechones que le caían sobre la frente. La miró primero con interés y luego empezó a abrir la boca como queriendo decirle algo. -No, Carlos, no preguntes –contesto ella antes de que éste lo consiguiera. Carlos y Elizabeth solo se conocían de ese año, pero ya era su mejor amigo, y casi el único. -Callaros todos. Hoy tenemos un alumno nuevo, pero se ve que ha visto este jaleo ¡y se ha huido asustado! –dijo la profesora nada más llegar. <<Si, seguro que va a ser eso>> pensó Elizabeth con desgana y sin levantar la mirada. Entonces en la puerta apareció un chico que captó toda su atención: era bastante alto y algo mejor desarrollado que todos los chicos de la clase, el pelo lo llevaba un poco más largo que Carlos y era negro intenso con un flequillo perfecto hacia un lado que se movió con gracia cuando el chico movió la cabeza. No vio el pálido color de su piel ni el inmenso verde de sus ojos hasta que él avanzara desde la puerta hasta situarse justo en frente de ella. Se quedó mirándola un par de segundos, de manera tan tenebrosa que a Elizabeth casi se le sale el corazón del pecho, y luego siguió hasta la mesa que había vacía detrás de ella. -Uiiiii Lizy, a mi me parece que ese chaval te ha hecho tilín –le susurró Carlos para que el chico no lo oyera. -Por Dios, nunca das una. Esta bien… pero no como para echar cohetes. <<¿Cómo para echar cohetes? ¡Para echar misiles! Como está el nuevo…>> pensó sin poder evitarlo. Efectivamente, a Elizabeth le hizo tilín.
Última edición por Anastasia el Mar Ago 25, 2009 8:00 pm, editado 1 vez | |
| | | Kira
Cantidad de envíos : 440 Fecha de inscripción : 15/08/2009 Localización : ~~en el oscuro infierno rodeada de soledad~~
| Tema: Re: Y para los 16 me pido las alas. Mar Ago 25, 2009 7:48 pm | |
| Pulita siguelo !!!!!!!!! esta muy bien!!!!! venga plis siguelo^_^ | |
| | | Anastasia
Cantidad de envíos : 92 Fecha de inscripción : 18/08/2009
| Tema: Re: Y para los 16 me pido las alas. Mar Ago 25, 2009 7:59 pm | |
| Tengo algo mas que la mitad del fic xDD ahi va mas!!
- Spoiler:
Las seis horas de clase, no paró de mirar por encima del hombro para observar a aquel chico, la verdad es que tenía la impresión de que ya le había visto antes en algún lugar. Él no era como los demás, atendía siempre en clase y levantaba la mano el primero. Parecía… de otro planeta. Al tocar el último timbre los dos se levantaron a la misma vez, Elizabeth se quedó petrificada al ver que el desconocido la miraba de la misma manera que antes, y le dio un tremendo escalofrío cuando pasó a su lado. Pensó que aún no conocía su nombre y no sabía por qué, pero le picaba la curiosidad. Cuando se lo iba a preguntar él se le adelantó, se paró en seco y se dio la vuelta. -Mi nombre es Leo, ¿acaso no era lo que me ibas a preguntar, Elizabeth? Bueno… creo que prefieres que te llamen Lizy ¿no? Con una enorme sonrisa de satisfacción Leo salió de la clase dejándola petrificada a ella y a Carlos que lo había escuchado todo y miraba con la boca abierta. Ese chico era raro… muy raro… No paraba de pensar en él de camino a casa de su abuela, ese día comería con ella porque seguramente era el único lugar donde sería bienvenida. Él sabía su nombre, entonces se lo había preguntado a alguien, eso es que ella le interesaba, puede que incluso le había gustado… <<Si, claro…>> pensó con su ya acostumbrado pesimismo. Cuando llegó a la puerta llamó pero no le abría nadie, entonces levantó la maceta que tenia al lado y cogió una llave con la que abrió la puerta. <<Un día de estos le van a robar.>> No había nadie, recorrió el vestíbulo y entró en la cocina, encima de la mesa había una cajita muy pequeña y una nota: “Tu eres la luz que brilla en esta inmensa oscuridad” La verdad es que su abuela solía decir frasecitas raras que nadie entendía y al parecer esa era una de ellas, pero era nueva y nunca la había oído. Abrió la caja y cogió el collar que había dentro. Eran unas alas plateadas, muy parecidas a las del marco que tenía en su habitación, con una cadena tan pequeña que a penas parecía un hilo. En la parte trasera del colgante ponía una frase con letras finas y pequeñas: “Si crees en ello, se mostrará ante ti.” <<Vaya, más frasecitas raras…>> -¿Te gusta? –dijo alguien justo detrás de ella. -¿Eh? ¿Cuánto tiempo llevas ahí? -Pues el suficiente como para saber que te zamparas tu ración… y la mía. No era de extrañar que su abuela le hiciera macarrones, sabía que los adoraba y todos los días que comía en su casa había macarrones con tomate y queso. Siempre que comían juntas se contaban mogollón de cosas, pero parecía que ese día nada salía bien, su abuela no decía ni una palabra, y ni siquiera levantaba la cabeza del plato. El silencio empezaba a hacerse incómodo. -¿Te gustan las historias fantásticas? –dijo de pronto su abuela, y el tema era bastante, bastante fuera de lo normal.- Dicen que los ángeles están entre nosotros, viven con nosotros y nos protegen, ¿tú crees en eso? Elizabeth no dijo nada solo pensó en la clase de medicina que le darían a su abuela para que dijera de repente una cosa así. -También dicen que no existen los demonios, bueno… algunos si creen en el infierno y todo eso, pero otros solo dicen que los demonios son los más remotos y pésimos deseos de los hombres –definitivamente Lizy pensó que era algo que había tomado. -Dicen algunos a los que tomaron por locos, que existe desde tiempos remotos una guerra, una entre la luz y la oscuridad, una guerra invisible, que solo tiene un fin cual pocos conocen, un fin que solo un elegido puede traer; dice la leyenda que los salvadores de la tierra bajarían del cielo y derrotarían a los malvados provinentes de lo mas profundo de los corazones oscuros, y que solo podría parar la lucha el elegido, que habita entre nosotros, que es como nosotros, en parte... –miró a su nieta con ternura y mostró una sonrisa. -Pero tú ya eres mayorcita para los cuentos ¿no? Con dieciséis años ya casi rozas la libertad, solo dos años para la mayoría de edad, y ya nadie te podrá cortar las alas, aunque ahora tampoco creo que puedan –volvió a sonreír. -Aunque tu ya no crees en los cuentos… Solo te daré un consejo: Cree en ti misma y que podrás conseguir todo lo que te propongas. Cuando Elizabeth dejó de mirarla se dio cuenta de que ambas terminaron, las dos quitaron la mesa y su abuela la echó de casa porque ya llegaba tarde a la cita del medico, <<si, y que le pongan otra medicina que esta le sienta fatal para la cabeza>> pensó Lizy cuando ya iba de camino a casa. De camino pensaba en algo que le extrañó; justo antes de irse su abuela, le dijo que se lo pasara bien en la excursión y que tuviera la mente abierta y preparada para cualquier cosa. Puede que algo le sentar mal para decir todas las sandeces de las guerras… pero hasta donde ella sabía, no tenían ninguna excursión programada.
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| | | Kira
Cantidad de envíos : 440 Fecha de inscripción : 15/08/2009 Localización : ~~en el oscuro infierno rodeada de soledad~~
| Tema: Re: Y para los 16 me pido las alas. Mar Ago 25, 2009 8:25 pm | |
| wala pulita siguelo plis !!! a mi me gusta !!!^_^ | |
| | | Aryk
Cantidad de envíos : 410 Fecha de inscripción : 18/08/2009
| Tema: Re: Y para los 16 me pido las alas. Vie Sep 04, 2009 1:27 pm | |
| ¡Esta bastante bien! ¡Sigue así! *O* | |
| | | Anastasia
Cantidad de envíos : 92 Fecha de inscripción : 18/08/2009
| Tema: Re: Y para los 16 me pido las alas. Vie Sep 04, 2009 2:26 pm | |
| - Spoiler:
Al día siguiente en clase a penas prestó atención, bueno… nunca prestaba atención. Llevaba todo el tiempo pensando en su pobre abuela, en lo que le dijo y qué es lo que podría pasarle. Tenía dos teorías: o le quería gastar una broma, o definitivamente estaba más loca de lo que jamás lo había estado. -Bueno, pues esta tarde tenéis que ir la torre de la ciudad, una especie de excursión, quien falte se las tendrá que ver conmigo y tenéis que hacer un trabajo de lo que diga el guía, ¿entendido? Ya… ya se que lleváis viviendo aquí dieciséis años y que os sabéis la historia mejor que el guía mismo pero yo soy una mandada así que todos a la torre o cero en el trabajo. Cuando la profesora dijo eso llamó la atención de Elizabeth. La torre de la ciudad era un edificio altísimo que ella ya había visitado mogollón de veces con su familia, como todos, y la verdad no le apetecía nada volver a recorrer las veinticinco plantas de nuevo. Pero la asignatura ya la llevaba de cabeza, como todas las demás, no había alternativa. Cuando regresó de su mundo la profesora ya se había marchado al igual que la mayoría de sus compañeros y ella ni siquiera sabía a que hora tenía que ir. No tenía opción… se giró lentamente intentando ocultar el terror de su cara. -Leo, perdona, ¿me puedes decir a que hora tenemos que estar ahí? –le daba un poco de vergüenza hablarle solo cuando le interesaba. -A las cinco, pero no es necesario que vayas así que te recomiendo que no lo hagas -¿que no vaya? ¿Pero quién se creía él como para decirle lo que tenía que hacer? -Ehhh… ¿Qué? -Luego me dirás que no te avisé, odio cuando me lo dicen –se levantó, recogió los libros y se fue, Lizy se quedó sola con Carlos que no paraba de pegar la oreja. -¡Pero que se cree ese! ¿Insinúa que tus notas ya son tan bajas que el trabajo no las sacaría a flote? No me lo puedo creer, dos días y… ¿tiene derecho a mandar? –Carlos parecía más pesado de lo normal, ella casi no tenía ganas de escucharle simplemente se largó dedicándole una falsa sonrisa de despedida. No pasó por la casa de su abuela, su madre y ella comieron en silencio como los últimos días, hizo sus deberes y se dio cuenta de que ya era la hora de marcharse. <<¿Pásatelo bien en la excursión? ¿A caso se encontró con mi profesora en la calle y chismosearon sobre todo lo que pillaron? Espero que mis notas no sea uno de los temas principales…>> Todavía seguía dándole vueltas cuando llegó al pié de la torre, ya eran las cinco y cinco pero ni siquiera la profesora estaba ahí, y ella no tenía ninguna gana de esperar. Se quedó un momento mirando una de esas colchonetas inflables para niños que había a unos metros de donde estaba, no podía ni ver el fin de la cola pues la colchoneta estaba repleta de niños felices saltando como locos mientras que sus padres probablemente estaban en la torre hablando de negocios o vete tu a saber qué. Esperó durante unos diez minutos más. Se le ocurrió entonces que quizás en los cinco minutos de su ausencia sus compañeros ya habían subido. Miró hacia arriba y se estremeció, un edificio de veinticinco plantas y debía de encontrar un grupo de turistas en un sitio donde siempre había turistas, como una aguja en un pajar. Las primeras quince plantas se le hicieron eternas, y decidió no perder más el tiempo por lo que subió directamente a la azotea. Cuando entró de nuevo en el ascensor no había nadie lo que le pareció muy raro, cuando el ascensor le avisó de su llegada, Lizy se preparó para abrirse paso entre la muchedumbre que siempre había pero cuando se abrieron las puertas dejó de respirar: no había absolutamente nadie. Se acercó a la barandilla, muy baja muy a su pesar, que a penas le llegaba a la cintura. Miró otra vez a su espalda asustada pero de nuevo no había nadie, ni siquiera los guardias de seguridad que vigilaban y ponían orden. Se asomó a la barandilla y miró hacia abajo, en la calle no había absolutamente nadie, ni coches, ni gente, nadie. La colchoneta que vio antes también estaba desierta, ni niños, ni cola. Todo le dio muy, pero que muy mala espina, y se acordó de Leo y su “Pero no hace falta que vayas.” ¿Acaso era alguna bromita para llamar su atención? Pues no tenia ni pizca de gracia… Estaba muy ocupada especulando contra todo el mundo cuando notó como si alguien le empujaba, solo una gran fuerza. Su mente se quedó en blanco mientras que poco a poco su cuerpo estaba más al otro lado de la barandilla que a éste, la fuerza se hizo mayor, ella intentó resistirse pero no fue suficiente y acabó cayendo desde esa azotea a la que siempre le había parecido demasiado baja.
Caía lentamente, o eso le parecía a ella. Era una gran ironía, incluso le daba tiempo de pensar y no sabía cuanto tiempo seguiría estando viva antes de estamparse contra el suelo como los melones de uno de los experimentos de Física; el examen de ese tema lo hicieron la semana pasada, lo suspendió con una mala nota. <<Vaya, si hubiera estudiado un poco más, al menos sabría si me da tiempo de terminar esta frase.>> Pero claro, no iba a ponerse a calcular los últimos segundos de su vida. Cogió el collar que llevaba puesto, el que le regaló su abuela, y pensó en lo que ponía. <<Creer para conseguirlo, pues me gustaría creer que tengo alas que puedo volar o que ahora mismo esto es un sueño…>> Oyó un estruendo, un golpe muy fuerte, luego cayó en la cuenta que era ella. Le daba vueltas la cabeza y no podía pensar con claridad, abrió los ojos y vio el cielo azul sobre su cabeza, estaba ahí tirada y no sabía qué es lo que había ocurrido. -¿Estoy muerta?-se preguntó en voz baja y sin esperar respuesta, simplemente por oír su propia vos, no sabía ni para qué- ¿Esto es el cielo? -No, pero ha faltado poco. No reconoció la voz a la primera pero le sonó muy familiar, obtuvo fuerzas suficientes como para incorporarse, incluso levantarse aunque le temblaran las piernas de tal manera que se notara a distancia. Lo primero que vio fue a Leo a unos tres metros de ahí, sonriendo, luego se fijo en que efectivamente no estaba muerta. Salió a duras penas de la colchoneta hinchable completamente vacía, casi cayó al suelo. Dio varios pasos hacia Leo, aun aturdida le miró con cara de mil preguntas. -Ya te dije que no vinieras, el que avisa no es traidor, es un buen amigo aunque no lo parezca. Y se que no lo parezco. Le sonrió y se fue. Ella no dijo nada, a pesar de estar a distancia considerable le oyó perfectamente, como si sus palabras se clavaran en su mente. Aun no había nadie, silencio. Observó de nuevo la colchoneta, ¿era eso lo que le había salvado la vida? Eran cincuenta pisos, es totalmente imposible que después de esa tremenda caída una simple colchoneta la parara sin que le pasara nada más que un mareo. Se tocó la cabeza con incredulidad, no tenía sangre, solo el malestar exagerado. Volvió a mirar al sitio que Leo había dejado vacío, no era raro, era rarísimo. Cerró los ojos para combatir el dolor y poder sostenerse de pie respirando con dificultad, cuando los abrió no dio crédito a lo que veía. La calle estaba abarrotada de gente otra vez, como si nada, de nuevo la larga cola y los niños alocados. Pensó que el golpe le había aturdido como para crear alucinaciones. A lo lejos se veía a su profesora gritándole algo, pero Elizabeth no la escuchaba. -Hola. ¿No eres tú muy impuntual como para llegar antes que yo? –dijo la profesora sorprendida. -¿No se supone que teníamos que estar aquí a las cinco? -No, a las cinco y media, creo que si me hicieras un poco de caso en la clase no te pasarían estas cosas. -Bueno… me tengo que ir, profesora, me duele mucho la cabeza, lo siento –dijo esto con un poco más de dificultad al darse cuanta de que alguien le había mentido ese día y por lo ocurrido no le hacía mucha gracia. Lizy se alejó, vio algunos compañeros suyos llegar cuando tomó la esquina. Después de un largo trayecto, llegó al caminito que llevaba a su casa, uno que se dirigía al lago y no veía la hora de llegar. No pensaba contarle nada a nadie, naturalmente nadie le creería. Tampoco iría al medico, le aterraban y no quería que le hicieran pruebas ni nada por el estilo. Cuando ya llegaba a su casa reconoció de nuevo esa voz y casi se pone a llorar de rabia pero se contuvo para no parecer una niñita. -¿Te lo dije o no te lo dije? -Y supongo que me lo restregaras durante años… Pero has sido tu quien… -contesto Lizy cerrando los puños. -No, solo unos cuantos milenios –la interrumpió pues veía por donde se estaba metiendo. Ni siquiera le miró, siguió caminando pero él la persiguió a lo largo de todo el camino. -Oye, ¿no tienes asuntos pendientes o algún otro ser al que molestar? –le dijo ella molesta. -En realidad, no… quiero percatarme de que llegas entera a casa, o que llegas a secas. Cuando llegó solo se limitó a abrir la puerta y pegar un tremendo portazo con muchas ganas de darle en las narices o en otra parte donde resulte muy doloroso. Subió las escaleras y se acostó en la cama. Todo había sido tan extraño…
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| | | Aryk
Cantidad de envíos : 410 Fecha de inscripción : 18/08/2009
| Tema: Re: Y para los 16 me pido las alas. Vie Sep 04, 2009 3:18 pm | |
| ¡Esta muy bien! Ese Leo es más raro que Carlos, xD ¡Sigue =)! | |
| | | Quimera
Cantidad de envíos : 113 Fecha de inscripción : 29/08/2009 Edad : 29 Localización : ~~En un pozo metiendo la pata hasta el fondo~~
| Tema: Re: Y para los 16 me pido las alas. Vie Sep 04, 2009 3:25 pm | |
| *_*Me encanta! muy bueno T_T dios que de imaginacion tiene la gentee!! Siguee =) | |
| | | Anastasia
Cantidad de envíos : 92 Fecha de inscripción : 18/08/2009
| Tema: Re: Y para los 16 me pido las alas. Vie Sep 04, 2009 3:32 pm | |
| cuando me digais paro xDD tengo medio fic escrito no tengo prisa xDDD - Spoiler:
Durmió toda la tarde y noche, aunque mal. Soñó de nuevo con esa extraña figura en el lago y de nuevo despertó justo cuando le iba a ver la cara, que casualidad. No fue al instituto esa mañana, aun le dolía la cabeza y por suerte su madre no le pidió explicaciones. Se pasó todo el día en el sofá viendo la televisión, no comió casi nada, y llamó a Carlos para preguntarle los deberes. Le costó inventarse una excusa convincente así que colgó directamente cuando obtuvo la información que le hacía falta, no tenía ganas de cotorrear. Sobre las siete estaba viendo un programa que ni siquiera le interesaba, estaba sola, su madre ya estaba trabajando en una de las cafeterías del centro de la ciudad. Tardó bastante en reaccionar, cuando llamaron al timbre. Abrió la puerta y puso los ojos como platos, el descarado de Leo estaba en el umbral con un ramo de rosas. ¿Rosas? Esta vez su reacción fue automática y le cerró la puerta. Se acostó de nuevo en el sofá sin inmutarse, como si nada. Leo apareció detrás de ella, mirándola con las cejas arqueadas. -No me imaginaba una reacción tan mala. ¿No te caigo bien? -No me digas… ¿Lo has descubierto tu solito? Y por cierto… ¿Cómo has entrado si te acabo de cerrar la puerta en las narices? -Tengo mis recursos. -Pues déjatelos en tu casa. No dijo nada mas, dejó las rosas en el respaldo del sofá y se marchó sin hacer ruido. Ahora incluso le caía peor. Cogió el ramo y las puso en un jarrón. <<Espera… ¿rosas? ¿En que siglo vive?>> Las olió y descubrió una tarjeta: “No es el mejor modo de aprender a volar, pajarito.” <<¿Y ahora también me tiene que dar consejos? Que gracioso.>> Era razonable empezar a hacerle caso, no debía haber venido a esa “excursión” y aunque acertara de casualidad y le dijera que no fuera por cualquier otra razón, tenía que haberle hecho caso. Esa noche tampoco pudo dormir, soñó de nuevo con la misma figura en el lago, con la misma luna llena y se despertó en el mismo momento de siempre. Eso le empezaba a obsesionar, tenía la impresión de que si no le veía la cara no soñaría con otra cosa. No tenía excusa como para faltar de nuevo por lo que fue al instituto a regañadientes. Presentó sus deberes y no pasó nada especial, pero tenía un mal presentimiento durante todo el día e iba a averiguar qué significaba ese sueño y por qué Leo acertó en lo de la caída, por qué era tan rematadamente guapo y misterioso y aun así le caía rematadamente mal.
-Ahora, cuéntamelo todo -nada mas tocar el timbre Lizy se dio la vuelta para interrogar a Leo. No sabía por lo que tenía que preguntar, ni sabía si quiera si él era la persona o si sabía algo que le interesara, pero por soltar frases más o menos generalizadas puede que al chico se le escape algo y desde ahí empezaría el interrogatorio más centrado… ¿no?- cuéntamelo todo. -No tengo nada que contarte… si ya lo sabes… o no. -Déjate las de chico misterioso - <<Bueno, chico guapo y misterioso>> pensó por un momento.- Cuéntame como supiste que me iba a pasar algo en la Torre, es por eso por lo que dijiste que no fuera, dímelo. -No te hagas al tonta, sé lo mismo que tú, bueno puede que un poco más… pero lo esencial no es secreto y sabiendo todo sobre el jaleo en el que nos vemos metidos… -dejó la frase sin terminar como si supusiera que Lizy ya supiera el final. -¿Jaleo? -Vaya… no contaba con vuestra incompetencia, por algo será que todos estamos en este, marrón aún y después de tantos siglos. -Oye tío, ¿de qué hablas? No cambies de tema, ¿incompetencia de quién? ¿Qué jaleo? ¿Tan pronto se te ha ido la olla? –no encontraba nada en sus palabras para centrarse en un tema y empezaba a frustrarse y ponerse nerviosa, era como oír a la profesora de Historia. -No, si ya veo que tu entrenamiento aún no ha comenzado, tu amiguito es un inútil ¿sabes? -Dios, veo que esta conversación no va a ningún sitio. -¿Dios? ese es otro… -dijo con una sonrisa pícara. -¿Otro que? -Bueno… Que verde estas en el tema ¿no? No vas a durar ni media hora cuando te toque. -¡Ya veo lo que quieres! –le iba a dar algo de la rabia, no lo soportaba y encima le decía esas tonterías.- No paras de decir estupideces para que me canse de ti y te deje, así te libras de decir la verdad, muy listo. Pero como me conoces tan bien sabrás que soy muy cabezona y esto no quedará así, ya lo sabes. “Luego dirás que no te avisé.” –se levantó y se marchó de la clase sin mirar atrás ignorando los gritos de Carlos, y a pesar de estar ya en el pasillo del instituto oyó perfectamente lo que Leo le dijo y de nuevo se sintió desconcertada. -Yo que tu tendría una larga, larga charla con tu abuela sobre tu familia, tienes que ponerte al día antes de que empiece, no me gustaría hacerlo sin que te pillara desprevenida. No reaccionó durante unos minutos, su voz se le clavó en el pecho dificultándole la respiración aún sin comprender sus palabras sentía que no le gustaba nada sus significado. Dio dos pasos hacia atrás echando una mirada por la puerta pero solo quedaba Carlos que se levantó de un salto. Fue una de las pocas veces que Lizy agradeció que hablara en exceso, así al menos no pensaba en Leo y sus idas de pinza.
Por la tarde pasó por la casa de su abuela para ver si de ella obtenía más información. No estaba, y eso era muy raro. Lo que quedaba del día lo pasó descifrando las palabras de Leo de esa mañana, nada parecía tener sentido, no había ni un solo punto de enlace entre ninguna de sus frases, ni siquiera entre las palabras dentro de las mismas. Se acostó muy preocupada y no sabía por qué.
Se levantó y abrió la ventana, ésta vez no esperó a que él se diera la vuelta. De nuevo había luna llena. El chico, se iba a girar como siempre lo hacía. Ella se subió al marco de la ventana, casi en el borde. Estaba como atontada y no sabía bien lo que pasaba. Sintió un impulso, dio un paso, y mientras caía de la ventana oyó un suave susurro: Ya queda poco, creo que ya es la hora.
Cuando despertó estaba aturdida, le dolía la cabeza y le costaba respirar, la pesadilla era más horrible a cada día que pasaba. Se estaba desesperando. Se levantó temprano y apenas desayunó. -¿Dónde está la abuela? Pasé ayer a verla y no estaba –preguntó a su madre. -Ha ido… de viaje… -murmuró desde la ventana sin mirarla. -¿Qué? ¿Ella sola? ¿Se ha vuelto loca? -<<Si, definitivamente tiene que ir a que le cambien las pastillas.>> -No es nada, solo ha ido a ver a unos viejos amigos –bajó la cabeza, su ánimo no había mejorado desde el cumpleaños. Ahora si que había llegado al límite, todo. Era muy extraño que su abuelita tan débil y viejita hubiera ido sola a ninguna parte, a penas salía de su propia casa. Lo que tenía claro es que Leo se iba a enterar de lo que es bueno. Con todas las estupideces que dijo debía de saber algo, lo que sea lo que este pasando. En clase no tuvo la oportunidad de interrogar a nadie, la cambiaron de sitio por hablar con Carlos (en realidad Carlos era el que hablaba, Lizy pasaba de él), pero por suerte sería solo ese día, estaba lejos del pesado Carlos y bueno en estas circunstancias se podría decir que lejos de “su” Leo. Nada mas tocar el timbre se levantó y se dirigió a la esquina de la clase donde se solía sentar con él detrás. Ese tío era más raro a cada momento que pasaba: siempre era el último en salir pero ahora ya no estaba, parecía que le hubiera leído el pensamiento y se hubiera escabullido, eso a Lizy no le hubiera extrañado. Cuando llegó a casa se dirigió directamente a su habitación, comió después de hacer los deberes y al volver a su cuarto se encontró con una pequeña sorpresa. Su abuela sentada en la cama. -Tengo algo que decirte cariño. -Pero… ¿tu no…? -Nada. Elizabeth, piensa antes de hacer nada, tu puedes elegir, no como yo, ni como tu… -paró para pensar si terminar la frase.- Piensa siempre en las consecuencias. -¿Qué? Abuela, ¿no conocerás a un tal Leo, no? Me parece que os medicáis con lo mismo… -su abuela siempre estaba feliz y siempre se reía de los chistes tontos de Lizy aunque ahora tenía la cara inexpresiva o incluso seria, algo pasaba y después de todo el jaleo ocurrido, después de esos días no debía ser bueno. -Cariño, no te quería que fueras tu, tu no. Pero esto ya ha empezado. La anciana se levantó y con las mismas se marchó a través de la puerta, Elizabeth no se molestó en moverse, ni en respirar. Quería averiguar la verdad pero estaba lejos, ni siquiera sabía si lo de la torre era cierto y se había salvado o eran los efectos secundarios de un golpe tremendo. Tenía un montón de piezas que no querían encajar.
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| | | Quimera
Cantidad de envíos : 113 Fecha de inscripción : 29/08/2009 Edad : 29 Localización : ~~En un pozo metiendo la pata hasta el fondo~~
| Tema: Re: Y para los 16 me pido las alas. Vie Sep 04, 2009 3:40 pm | |
| mmm y ami me sigue encantando definitivamente ya esoy enganchada *_* sigueee!! | |
| | | Aryk
Cantidad de envíos : 410 Fecha de inscripción : 18/08/2009
| Tema: Re: Y para los 16 me pido las alas. Vie Sep 04, 2009 4:09 pm | |
| ¡Danos más trozos! ¡Somos tus fans incondicionales! xD | |
| | | Kira
Cantidad de envíos : 440 Fecha de inscripción : 15/08/2009 Localización : ~~en el oscuro infierno rodeada de soledad~~
| Tema: Re: Y para los 16 me pido las alas. Vie Sep 04, 2009 8:44 pm | |
| esta muy bien!!!! siguelo xd | |
| | | Anastasia
Cantidad de envíos : 92 Fecha de inscripción : 18/08/2009
| Tema: Re: Y para los 16 me pido las alas. Mar Sep 15, 2009 10:10 pm | |
| xDDD si quereis mas os posteo mas... por mi... solo me falta escribir el final xDD - Spoiler:
De nuevo ese extraño sueño. Se levantó de la cama como de costumbre y se dirigió a la ventana, casi podía sentir el viento en su rostro cuando la abrió, casi sabía lo que iba a suceder. A duras penas siguió la inmensa sombra de la figura del lago, la negra figura. Subió al marco de la ventana, ese personaje ya estaba girando la cabeza, como siempre se quedó mirando sobre su propio hombro. Elizabeth respiró hondo, esta era la parte del sueño que menos le gustaba, dio un paso y cayó por la ventana. No oyó el susurro, pero pudo sentir sus ojos clavados en ella mientras se dirigía a una muerte segura, aunque solo sea un sueño estaba aterrada.
…
Despertó en un lugar seco, duro y muy luminoso, tenía la impresión de seguir durmiendo y agradeció saltarse la parte del sueño en el que se estrellaba. Sintió como si viviera un déjà vu, eso que crees que ha ocurrido ya antes pero no es así, una de esas cosas que a ella no le pasaba nunca. Se incorporó un poco mareada y después se levanto y observó la nada de aquel lugar. -¿Esto es el cielo? ¿Ya estoy muerta? -preguntó, enseguida se dio cuenta de qué le sonaba la escena y casi esperó que le contestara Leo ya que éste parecía estar metido en todo. -No, pero ha faltado poco –contestó una voz delante de ella pero no podía ver de dónde provenía. <<No, no, cualquier persona menos él.>> La luz se hizo más intensa, le cegó los ojos y tuvo que tapárselos con el brazo. Cuando parecía que estaba fuera de peligro volvió a mirar y ante ella apareció un hombre: un anciano con una larga y blanca túnica y aspecto preocupado. No tenía ni una sola arruga pero se veía que estaba entrado en edad por su cabello totalmente blanco. Se le iba acercando poco a poco, ella no se movió, debería de tener miedo pero no era así. -Hola pequeña –dijo con tono afectuoso. -Emmm, ¿hola? ¿Es usted un ángel? -Bueno, tú empiezas fuerte ¿no? Poco a poco cariño… -Necesito saber unas cuantas cosas antes de que pase nada más, por favor. El hombre reflexionó unos segundos y luego continuó. -Por eso estas aquí, ya es hora de que sepas algunas cosas, sobre ti y tu familia –su voz sonaba monótona y tranquila que a pesar de la situación, cada vez relajaba más a Elizabeth. -Sabía que a mi abuela le pasaba algo raro, no es así siempre ¿sabes? Es muy alegre y divertida… -No me refiero a ella. -Mi madre, seguro, esta muy rara desde que cumplí dieciséis… Elizabeth, a pesar de estar extrañamente tranquila, articulaba con las manos y movía la cabeza de un lado a otro ligeramente sin mirar al anciano. -No, es sobre ellos. Estás aquí para conocer la verdad sobre tu hermano y sobre tu padre. Se hizo el silencio. No creía que quedaba algo de que hablar, no quería hablar de nada ni recordar de nuevo lo ocurrido, todo estaba muy claro referente a ellos… ¿o eso creía? -Primero deberías de saber donde estás, creo que así será más fácil –se fijó en sus facciones y la leve sonrisa que formaba su boca. Le resultaba familiar. -En el cielo… estoy muerta –contestó resignada pero sin una pizca de tristeza. El hombre soltó una pequeña carcajada. -Ahora si estoy seguro de que eres tú. No estas muerta, pero si en el “cielo” si lo quieres llamar así –dejó las risas a un lado y recuperó su rostro sereno. –Tu padre y tu hermano Daniel no murieron en un accidente de coche como creen todos. -Pero mi madre… -empezó a murmurar la chica. -Lo sabe. -No puede ser. -Y tú ahora debes de hacernos un pequeño favor. Llevamos siglos esperándote y buscándote, confiamos en que cumplas con tu deber Elizabeth. -¿Yo? No soy nada más que una pésima estudiante, quién me iba a esperar. -Todos. Tu padre –paró y sonrió deseando que lo que iba a decir no fuera demasiado raro para la chica que tenía delante.- era un ángel, tu hermano también, toda tu familia… lo llevas en la sangre, Elizabeth –paró de nuevo para ver su expresión pero parecía estar pensando todavía en lo que le había dicho antes.- Debes parar una guerra, nuestra guerra. Desde el principio de los tiempos los ángeles hemos luchado contra las bestias, los demonios como los conoces tú. La profecía dice que llegarías, todo depende de ti –las palabras cada vez sonaban más ahogadas y temblorosas, como si fueran pronunciadas con cierto miedo. De nuevo el silencio. Elizabeth que le escuchaba ahora solo a medias levanto una ceja y lo miró incrédula. -…¿Qué? –murmuró con la voz ahogada. -No crees que entre todos los sucesos raros debe de haber un nexo, tú eres el nexo. ¿No crees que una caída de unos cincuenta metros sea difícil de contar? No es casualidad que sobrevivieras, y que no hubiera nadie en la calle en ese momento. -… -Eres medio ángel Elizabeth, lo has heredado de tu padre. Y como todos los ángeles, tienes alas -eso la hizo reaccionar. -Pues que casualidad que yo nunca las haya visto y eso que ya han pasado dieciséis años. -Ibas a morir y reaccionaste a tiempo. Nuestro mundo está entrelazado con el humano, para poder ver lo que esconde hace falta saber y creer que está ahí. Que no veas tus alas no significa que no estén donde deberían. -Claro y supuestamente estoy viva porque salí volando como un pajarito… -el buen humor de Elizabeth se esfumó con esa broma tan pesada. Aunque fuera un sueño… lo sentía demasiado real para ser un sueño y demasiado estúpido para ser realidad. -No, pero cuando creíste que las tenías, o al menos quisiste creerlo, aparecieron y eso ayudó a disminuir la velocidad cuando instintivamente aleteaste un poco, el golpe contra la colchoneta fue menor, por eso estás viva. Le costó entenderlo pero parecía una respuesta, no podía ser más rara pero era una respuesta al menos. Eso explicaría cómo es que no se hizo puré en el golpe y solo una colchoneta pudo salvarla. Lastima que sea solo un sueño y eso no sea real… -Y cómo es que solo soy medio ángel –preguntó siguiendo el juego e intentando pensar en otra cosa. -Tu padre es un ángel, tu madre no lo es. El hecho de serlo o no está en un gen que se encuentra en los cromosomas sexuales X e Y. Tu madre te aportó el cromosoma X que no tiene el gen y tu padre el X que si lo contiene por eso solo eres medio ángel. Normalmente en estos casos el gen no se manifiesta pues no es dominante y la persona vive como un humano normal. Pero si es estrictamente necesario puede manifestarse o incluso puede ser manifestado a la fuerza, te sorprendería saber la de cosas que esconde ese pedacito de ADN –se dio cuenta que la chica estaba poniendo una mueca de confusión bastante típica en ella. -Creo que deberías de repasar un poco de genética… y de lo demás también –suspiró. –Si decides ayudarnos tu profesora tendrá que usar sus mejores técnicas. >>Tu abuela lo sabía, sabía que era el momento, por eso estaba tan rara e intentaba prepararte un poco, no quería perderte como los perdió a ellos. Y por fin sucedió el milagro, las dos únicas neuronas de Lizy se fusionaron y se le ocurrió una idea. <<Alguien raro que dice cosas raras… yo conozco a alguien.>> -Por casualidad… ¿No habrá alguien que nos dice inútiles? A los ángeles me refiero –la palabra “nos” casi se le atraganta pero al final pudo decirlo aunque le sonara raro. -Nuestros enemigos, los únicos que conocen nuestra existencia, en este mundo los llaman demonios o diablos como te dije antes. -¿Y… no se supone que debo de tener… un “amiguito” o algo así? –preguntó acordándose de la conversación con Leo. -Si… el elegido debe de tener un guardián, un protector que le guía hasta el momento de la verdad. Tu padre era único, era el guía que tenía la misión de encontrarte y protegerte… tu propio padre –el hombre bajó la cabeza en silencio y Elizabeth se dio cuenta de que quizás lo conociera. >>La casualidad fue que tú, su propia hija, eras lo que él tanto deseaba de encontrar. Estaría orgulloso, lástima que nuestra búsqueda se retrasara tanto y él no llegara a saberlo –su voz ahora era casi como un susurro-. Una noche, no se lo esperaba, y ambos primero fueron encarcelados, luego torturados, y al final… Los ojos de Lizy se llenaron de lágrimas, no quería saberlo, pero ya lo intuía. -Querían un nombre. Aunque ellos no lo sabían nuestros enemigos querían un nombre y por mucho que los dos afirmaran que nadie lo conocía aún, ellos no pararon hasta el final. No hagas que sus muertes sean en vano. -Pero… no se lo que debo hacer –intentó distraer su mente y se secó las lagrimas para no parecer una cría. -El elegido debe recibir un entrenamiento tanto práctico como teórico ya que no conoces nada sobre nosotros. En segundo lugar deberás de recuperar algo que es imprescindible para tu lucha. Y luego… -Y luego... –esperaba con todo su corazón que no tuviera que pelear. Es evidente que tratándose de una guerra tendría que hacerlo pero si había manera de evitarlo… -Debes perder el miedo, la dignidad, la compasión… y acabar con tu contrincante –el anciano, después de mostrar tristeza ante la conversación sobre su padre, ahora se mostró firme y serio-. No solo los ángeles dotan con un elegido… los demonios, nuestro enemigo, también tienen al suyo, las profecías son neutrales… por desgracia, y sirven por igual a ángeles y demónios. Ganará el bando cuyo elegido elimine a su contrincante, el elegido que lleve su raza a la victoria eliminando el único obstáculo que se lo impide. >>Tanto ángeles como demonios son igualmente fuertes, por ello había necesidad por parte de ambos bandos de alguien superior y mucho más fuerte para ayudar en la lucha. Con el elegido los ángeles ganarían en cuestión de días… pero el hecho de que ellos también tienen al suyo hace que uno de los dos deba destruir al otro para que solo quede uno, y con él el bando que superará al otro. Si. Tenía que luchar. Y no contra un demonio normalito, no. Tenía que luchar contra el peor de todos, el más fuerte y probablemente el más malvado… pero por otro lado… Todo cuadraba. Todo había encajado. Y lo que es más impresionante, las locuras de Leo ahora tenían sentido y por el desprecio de sus palabras evidentemente era de los malos, solo esperaba que no fuera el malo malísimo. -Y por último, Lizy –dijo con un tono afectuoso como al principio mencionando por primera vez su diminutivo. –Creo que deberías hablar con tu abuela, y hacerle un poco de caso cuando diga que debes creer para que aquello que quieres aparezca ante ti, ahora sabrás por qué... ¿No?
…
Se despertó entre sudor y sabanas revueltas. Todo parecía haber sido un sueño. Un mal sueño. Muy raro y muy real. Evidentemente todo había sido un sueño pero a la vez lo explicaba todo y había encontrado esa unión que buscaba. Pero era un sueño… un sueño que no sabía hasta donde llegaba. Con un poco de suerte todos los sucesos extraños formaban parte del sueño y Leo ni siquiera existe. O, puestos a pedir, Leo existía pero era una persona normalita, dentro de lo que cabe…
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| | | Kira
Cantidad de envíos : 440 Fecha de inscripción : 15/08/2009 Localización : ~~en el oscuro infierno rodeada de soledad~~
| Tema: Re: Y para los 16 me pido las alas. Miér Sep 16, 2009 6:50 pm | |
| pulita!!!!!! sigue la historia plis!!!^_^ que esta muy bien ya tengo ganas de que pongas la continuacion!!! | |
| | | Krysta Admin
Cantidad de envíos : 39 Fecha de inscripción : 28/08/2009
| Tema: Re: Y para los 16 me pido las alas. Sáb Sep 19, 2009 2:11 pm | |
| Simplemente, como diría cierto mago de cierto circo Berry... FABULOSO!!! | |
| | | Anastasia
Cantidad de envíos : 92 Fecha de inscripción : 18/08/2009
| Tema: Re: Y para los 16 me pido las alas. Sáb Oct 03, 2009 12:55 pm | |
| Me apuesto que aqui no lo lee nadie xDDDD - Spoiler:
¿Qué es lo que era ahora? ¿Un mundo diferente al nuestro? ¿También existen los duendes y las hadas mágicas? Debería dejar de ver tantas películas de dibujos animados. La verdad es que no pensó que todo eso fuera verdad… pero, y si por un momento, en una extraña circunstancia y por un extraño motivo todo eso fuera cierto. Cuadraba. La historia que le había contado su abuela, un mundo mítico con una guerra extraña, malvados o demonios provinentes de los mas oscuros deseos de los corazones, lo de incompetentes y lo de que ella debía tener un amigo, que había un elegido… todo tenía sentido. Lastima que sólo fuera una inútil teoría que siquiera tenía base, no se sostenía. No podía creer en un sueño, los sueños no suelen hacerse realidad. Aunque… que le gustaría. Toda la mañana se la pasó revoloteando en la cama, era sábado, y no tenía ni la obligación ni ganas de hacer nada. Pensó por un momento si debía preguntarle, o al menos lanzarle indirectas, a Leo para al menos descartar la posibilidad de que uno de los dos estaba loco: si volvía a decir tonterías las cosas raras ocurrieron y el sueño puede, solo puede, ser cierto; si se comporta con normalidad, o le está tomando el pelo o ella lo ha soñado todo. Pero ese día no, ese día le tocaba a su madre. El cambio repentino de humor no ha de ser casualidad. -Mamuchiiiii… -se asomo desde las escaleras con “quiero algo” pintado en la cara. -No me gusta nada ese tono, ¿qué quieres? -Una preguntita –de repente estaba seria, el cambio llamó la atención de su madre. -Depende de qué preguntita -ahora que su hija debía de saber la verdad, ella debía de hablar con precaución para no revelar nada que no debería, así que no cambió la expresión y escuchó con cautela. -¿Cómo mur…? -¡Ah! Debes de ir a casa de tu abuela, me dijo que si podías hacerle compañía hoy, hay macarrones –no le dejó seguir, sabía lo qué quería preguntarle y para qué, pero no le torturaría después de lo ocurrido la noche anterior aunque Elizabeth no se lo crea aún. -Bueno –contestó ella un poco confusa. No tardó en salir. Cuando llegó a la casa de su abuela eran ya las doce del mediodía. La puerta estaba abierta y la anfitriona en el sofá viento una de las típicas telenovelas de por la mañana para la tercera edad en la que Juan Ramón ama Rosa María pero ella está casada con su hermano Pedro Damián. Al parecer alguien había muerto y su abuela estaba llorando comentando algo en la soledad. Cuando se dio cuanta de que Lizy se encontraba ahí paró de sopetón y se fue a ella a darle un beso y un abrazo. -Por fin mi niña. Cuando lo dijo Elizabeth se quedó sin aliento, lo único que podría haber sucedido por fin era… -¿Por fin que? No se de que me hablas –no se le daba muy bien mentir. -Tu abuelo me lo ha contado todo ¿no? Como fue lo acordado –contesto un poco perpleja. ¿Abuelo? Pero si su abuelo murió de un ataque cardíaco hace unos seis años, y a sus abuelos maternos no los conoció jamás, ni ha oído hablar de ellos. -¿Abuelo? Pero… -¿Ese viejo verde ni siquiera se presento? –su abuela puso una mueca de enfado en la cara que no era del todo creíble. <<¿Pero es que estamos locos? ¿Todos los viejos se están tomando la medicina ahora al revés o qué?>> -Cariño, no ha sido un sueño si es eso lo que crees. Y ese hombre que te lo ha contado aquellas historias es tu abuelo paterno –dijo despacio. -Pero… -Nada de peros, ya era hora y no me vas a decir que no te lo crees. Solo dime, ¿qué vas a hacer? -¿Hacer de qué? –miró a su abuela esperando que la respuesta no sea lo mismo que lo que ella estaba pensando. -Te dije que podías elegir –se sentó de nuevo en el sofá y apagó la televisión justo en el momento en el que los amantes se estaban reconciliando.- No te podemos obligar a nada de lo que no quieres hacer. Elizabeth se sentó a su lado, reflexionó por unos instantes. Quizas sea ella de verdad la única persona capaz de hacer lo que haya que hacer, quizás sea ella la única que puede parar a los malos, quizás sea su única oportunidad de hacer algo grande y ayudar, quizás sí sea la persona. -Lo haré –dijo después de un par de minutos aun sin saber que creerse el sueño. Pero hay que reconocer que no es normal que otra persona sepa lo que has soñado. A escondidas se pellizco, ¿por qué no se le había ocurrido antes?
No podía creer en el lío en el que se acababa de meter. Eso le pasaba por tomar las decisiones así a la ligera. Su abuela se levantó, seguían cogidas de las manos desde hace un rato. Tiró de Lizy hasta levantarla y llevarla ante el espejo grande del vestíbulo. -Quiero que lo comprendas todo. Solo debes creer en ti misma, en lo que eres. Por fin Lizy no necesito explicaciones, sabía lo que debía hacer, qué debía admitir, en qué debía creer. Cerró los ojos frente a ese enorme espejo e intentó asimilar todo el giro que había dado su vida en una sola noche. Ella era lo que debía ser, con todos los accesorios como la Barbie. Si de verdad lo era debía tenerlas. Lo era, lo era, lo era… Cuando abrió los ojos estaba casi seguro de que estarían ahí… …y estaban. Vio como dos inmensas alas que colgaban de su espalda. Eran más grandes de lo que se podría imaginar, de lo que había visto en las películas. Ahora si lo tenía claro. Y se había pellizcado… Giró para ver a su abuela que se encontraba a su lado, no se lo esperaba. Ella tenía también un par, más grisáceas, pero majestuosas y elegantes como las suyas. -¿Qué? ¿No te lo esperabas? –dijo ella cuando descifró la angustia en sus ojos. –¿Tom no te dijo…? -Espero que sea una broma… -Dios, ¿de donde creías que te venía el gen de la familia hija mía? –casi se estaba riendo. –Yo también soy un ángel, si no tuvieras la cabeza llena de tonterías te habrías dado cuenta hace siglos. Pero no, tendrías que estar pensando en chicos y… -Por favor, necesito saberlo. ¿De verdad fueron ellos? La anciana miro en otra dirección. -Fue mi culpa –la voz de Elizabeth era serena, dura, hasta parecía que la niña había madurado. -No fue tu culpa cariño –pasó la mano sobre el cabello de su nieta.– Ten en cuenta que ahora lo deberías hacer más por ellos dos que por nadie. -Haré lo que sea… Se lo debo. -Ten cuidado… -hizo una pausa y su rostro se arrugo en una sonrisa. –Creo que deberíamos dejar el tema… Y por cierto, quiero ver la boda de Rosalie y Carlos Alberto. -Espera un momento. Abuela, ¿Qué le pasó al abuelo Tom? -Se que para ti, y el resto del mundo humano, al viejales le dio un ataque al corazón pero en realidad era una tapadera. Verás… la búsqueda del elegido no iba muy bien así que tu abuelo, que era uno de los peces gordos, tuvo que abandonar este mundo para poder volcarse totalmente en la búsqueda por lo que fingió su propia muerte. Encendió la televisión de nuevo, volvió al salón para sentarse en el sofá y cogió el paquete de pañuelos. Elizabeth no tenía la cabeza ahí en ese momento, estaba pensando en Leo. No como una chica de dieciséis años en un chico, pensaba como una detective intentando pillar al ladrón basándose en las pistas que tenía. Le dijo que debía saber algo, debía de tener una larga charla con su abuela sobre su familia, que estaba verde en el tema… el tema claramente era su condición de ángel. Le dijo que eran unos incompetentes… claramente un enemigo se iba a referir así al bando opuesto, los malos acusaban a los buenos de incompetentes, típico. Le dijo que su amigo era un inútil y que su entrenamiento no había comenzado… el amiguito era el guía, y el entrenamiento era el cursillo para aprender a ser una maquina de matar ¿no? Todo estaba claro menos lo último… ¿Qué significaba “no me gustaría hacerlo sin que te pillara desprevenida”? Bueno, quedaba claro que dadas las circunstancias, Leo era de los malos, o al menos sabía que había una guerra y que ella era parte. Y que quizás era su objetivo… Pero también acababa de darse cuenta de que Leo le había intentado salvar la vida en la torre, casi se mata pero él al menos le avisó. Y bueno… ahora al menos sabía que el pobre no estaba tan chalado como parecía.
Esa noche se volvió a repetir, de nuevo, todo. Pero esta vez estaba preparada. Se levantó de la cama, ahora no iba por un impulso desconocido, ahora era ella la que quería ir hacia la ventana que ya estaba abierta de antemano. Se asomó, ya le estaba esperando como siempre mirándola de espaldas en el lago oscuro iluminado por la luna. Esta vez no tenía miedo de subir al marco, ni esperó a dar ese paso que otro día podía haberle resultado una locura. Contaba con una ventaja. Mientras caía pensaba en su as en la manga. Sus alas se abrieron en un instante, y ella hizo un “aterrizaje forzoso” dado que nunca les dio uso. Se encontraba entre los árboles de la orilla del lago, se abrió paso entre ellos hasta que la luz de la luna acariciara su pelo. Ahora podía verlo con más claridad, era un chico, sin ninguna duda, vestía de negro y clavaba sus ojos negros en ella mirándola por encima del hombro, como la última vez. Pudo ver una sonrisa en su cara a pesar de no poder verle tan bien como le hubiera gustado. Estaba sonriendo, como riéndose de ella, o contento de que estuviera… Por un momento pensó que quizás ese era el elegido de los malos, le miró más fijamente aún. No era más alto que ella, y parecía tener su misma edad. En ese momento él pareció intentar decir algo…
Se despertó entre gritos. De esa fatídica pesadilla que se repetía día tras día. Al menos la situación estaba mejorando, al menos ahora con todo lo ocurrido esa pesadilla tenía algún sentido. Dudó… Dudó si todo lo del día anterior no fuera otro sueño, ahora no quería perder ese punto de unión, aunque pudiera matarla… Se levantó y cogió el cepillo para peinarse, sonrió. No había sido un sueño porque podía ver las alas a su espalda. Todavía le parecían enormes… pero estaban, por lo que o estaba loca o tenía razón. En cualquier caso eso era todo lo que necesitaba, eso y a su abuela que ese día le iba a echar una mano en el tema del vuelo. <<-Mañana te voy a enseñar a volar, te hará falta saber lo básico antes de entrar en acción, con lo que sabes no durarías ni diez minutos.>> Ni diez minutos… al menos sabiendo esquivar en el aire duraría veinte. Después del desayuno fue al encuentro a la casa abandonada cerca de la suya, más cercana del lago y mucho más grande. Que desperdicio de casa, con lo bonita que le parecía y estaba vacía desde hace años, eso le permitía “entrenar” sin que les molestara porque además se encontraba en pleno bosque donde nadie las vería. Llegó tarde, como de costumbre, pero como se dice de “tal palo, tal astilla” ya que su abuela tampoco había llegado. Pasaron diez minutos. Apareció por el camino andando a paso lento, Lizy no se esperaba que viniera volando ni nada por el estilo, pero al menos se esperaba una entrada más triunfal. Se acercó, ella ya podía ver las alas grises a su espalda, ahora sabía que las tenía también. -Tu primera clase magistral, te aseguro que saldrás de aquí siendo una experta. Yo en mis tiempos mozos era una máquina en esto. Tu vieja era la mejor, te lo aseguro –dijo la anciana animada. -Para empezar, vamos a ver si sobrevivo… -Cierto, también eres nieta de tu abuelo. Esperemos que no seas tan patosa como él. Comenzaron moviendo las alas de menor a mayor intensidad sin despegarse del suelo, luego intentando elevarse un poco y después… Después Lizy tuvo que alejarse del suelo por sus propios medios haciendo esfuerzo con las alas enviando fuertes ráfagas de viento hacia todos los lados. Ese día fue uno de los más felices de su vida. Se sintió más unida a su abuela que nunca. Ahora compartían un secreto, eso les hacía iguales. Lizy aprendió a volar, bueno… inventó un estilo propio que incluía zarandeos, choques y movimientos raros. Digamos que la casa vieja parecía reírse a carcajadas de ella, aunque ésta quedara en peor estado del que estaba. No regresaron a casa para comer, disfrutaron de un picnic con sándwiches y agua oxigenada para las heridas. Volvieron tarde, pero Elizabeth disfrutó aún más de la vuelta cuando su abuela le contó sus hazañas con su abuelo Tom, porque el ángel importante y la mujer del ángel importante debían de estar en todo. Estaba fascinada y le hubiera gustado saber todo eso antes, incluso antes que muriera su padre y Daniel, también quería escuchar sus aventuras. Solo quedaba de nuevo la noche, siempre igual y siempre con el mismo sueño. Pero esta vez un detalle la hacía especial. Cuando ya estaba en la orilla del lago, el chico… parecía querer decirle algo, hablaba pero de su boca no salía ningún sonido, como si algo se lo impidiera. Ahora casi estaba segura de que era él, su gran enemigo, el malo malísimo.
Esa mañana se levantó con más ganas que nunca. Esa mañana iba a descubrir qué es lo que sabía Leo. Por fin le iba a demostrar que sabía más que él. Sus ganas le llevaron llegar de los primeros a la clase, la segunda para concretar, era casi imposible llegar antes que ese empollón que parecía vivir ahí. Se sentó directamente con la silla al revés, mirándolo, con una mirada pillina que dejaba ver su entusiasmo. -No me lo digas, alguien te ha contado una bonita historia que te cuesta creer y ahora vienes a ver que es lo que sé yo –la verdad es que parecía sorprendido. -Depende de a qué te refieras… -No… no me digas que piensas lanzarme indirectas para ver si se lo mismo que te han contado… o espera… ni si quiera estas segura si soy de los malos… -Oye guapo, yo no tengo la culpa de nada. Además eres tú el loco, tú sabrás lo que dices. -A ver como te lo digo… -parecía que se hacía el tonto, en ese momento de silencio Elizabeth le miró a los ojos que parecían atraparla más con cada segundo, imaginaba que un demonio debía tener los ojos negros o incluso rojos… pero ese verde era tan sereno y tranquilo, que cambió de idea frenéticamente, esos ojazos no podían pertenecer a un ser malvado. –Entre otras cosas, soy de los malos si –confirmado, el color de los ojos no influye en la raza.- soy un demonio, y si, tengo que hacer lo posible para que fracases en tu misión. Pero no hay ganas… prefiero estudiar. No se lo podía creer. ¿Acababa de oír lo que pensaba que había escuchado? -A ver si lo entiendo… ¿prefieres ser una rata de biblioteca que ser libre y hacer maldades por ahí? -Depende… -De… -De cómo lo veas. No sabes lo que daría por ser como tu, sin preocupaciones, sin que todo un mundo dependa de ti… -No se si lo sabrás pero yo soy una clase de “elegida” que debe salvar el mundo de los demonios malos, de vosotros vamos, y poner mi vida en peligro sin saber nada porque como ves soy bastante novata en esto –si, estaba fardando de su mala suerte, y después de decir todo eso se dio cuenta de que se había ido demasiado de la lengua. -Para empezar, todo el mundo menos tu misma sabía que eras el ángel elegido. Y para terminar los demonios no somos malos. -No que va –contestó alargando tanto la “o” de la impresión que casi se ahoga- la mala soy yo. Esto ya es increíble. -De verdad, no somos malos. Es el punto de vista… -Vale, desde tu punta de vista… ¿no sois los malos? -En absoluto –dijo tranquilamente como si fuera lo más evidente del mundo. –Digamos que nuestra política de dominio del universo tiene unas ideas destructivas que no concuerdan con las vuestras, eso es todo. -Claro… entonces los malos somos nosotros ¿no? -Básicamente, malos no… para nosotros sois el estorbo. Un poco torpes, aburridos y conservadores. Pero malos no… Lizy rió a carcajadas. Eso era el colmo. -Y la muerte y destrucción son de los diez mandamientos ¿verdad? -Desde nuestro punto de vista si, más o menos, tampoco he estado muy al día en cómo dominaremos el mundo cuando venzamos. Dentro de cada bando hay excepciones ¿sabes? -Y tú eres una de ellas. -Ya te dije que daría lo que fuera por estar en tu lugar, encima puedes elegir si quieres luchar o no –siguió casi susurrando. -Espera, -de nuevo las neuronas de Lizy reaccionaron, con retraso- si todo el mundo sabía ya que yo era la elegida de los ángeles, ya podrían estar intentando matarme ¿no? –le costó llegar a esa conclusión, pero era cierto. -Correcto –contestó Leo sin una pizca de emoción. -Y ese día en la torre… me dijiste que no fuera, luego alguien me empujó, estabas ahí… -Anda mona, no te esfuerces… Mi misión consistía en decirte algo para que llegaras antes y subieras sola, pero no me dijeron nada de no advertirte. Pero como eres tonta no me hiciste caso y no me digas que… -No te avisé –en la cabeza de Elizabeth había como piezas de puzle que poco a poco encajaban en su lugar. -Exacto. -Pero si me debían matar, no se supone que deberías de estar deseando freírme con tu rayo láser o algo así… -continuó la chica pensativa. -No soy violento, cumplo las órdenes justas, justas para sobrevivir. En una ocasión me dijeron que haga solo lo que ellos me dijeran, y eso es lo que hago siempre. Si no me dicen que me calle, aunque no haga falta, si no oigo la orden no la cumplo. Así se las devuelvo todas poco a poco. -Pero… ahora que lo pienso, si vais a por mí, y yo debo ir a por vuestro elegido… y no tengo ni idea de quién es… -Leo se asustó en este momento, Lizy era de las personas más expresivas que había conocido, recalcando “personas”… Ahora la cara su se deformó en una mueca, como un intento de parecer simpática de repente… -no me podrías echar una manita… Decías que no eras violento… eso sería igualdad de condiciones. Nadie te dijo que lo mantuvieras en secreto así que no pasa nada si me dices algo. Si me doy prisa quizás hasta… -Primero: contra él no durarías ni diez minutos… -¡Veinte! –chilló Lizy sin querer. -He aprendido a volar… casi. -Él tiene alrededor de cien años de práctica de vuelo, entre otras. No durarás, te lo aseguro. Y bueno, lo segundo es que algún día sabrás quién es… cuando venga a por ti. Por mucho que sepas quién es y por mucha prisa que te des él ya que lleva un siglo de ventaja. Y tendrás verdadera suerte si sus ordenes fueran únicamente las de matarte, y no las de torturarte para sacarte información. Ahora la cara de la chica era de horror… y miedo. La de Leo en cambio era de pena. Ambos dejaron de hablar, ella se dió la vuelta y se percató de que la clase estaba repleta de gente, la charla tan corriente que tenían la había absorbido por completo. No habló durante todo el día, con nadie. Llegó a su casa con la cabeza más baja que de costumbre. Su madre no preguntó, sabía qué era e intuyó que las preguntas lo empeorarían más. Solo comentó un detalle: -Cariño… esta tarde tienes… clase –paró, esperó que al menos levantara la cabeza para mirarle, o algún signo de que prestaba atención. –Te he apuntado a una academia, cercana a la casa de la abuela, solo una calle más hacia el centro. Te va a gustar, al menos eso espero… No dijo nada. Asintió y dejó escapar un gruñido. Por su cabeza solo pasaban esas palabras: “Y tendrás verdadera suerte si sus ordenes fueran únicamente las de matarte, y no las de torturarte.”
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| | | Kira
Cantidad de envíos : 440 Fecha de inscripción : 15/08/2009 Localización : ~~en el oscuro infierno rodeada de soledad~~
| Tema: Re: Y para los 16 me pido las alas. Sáb Oct 03, 2009 7:37 pm | |
| como que nadie lee 0.0 yo si T_T
bueno a lo que vamos Pulita mia^^ a mi me encanta la historia asi que ya puedes segurila!!!!!!!!!!! | |
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| Tema: Re: Y para los 16 me pido las alas. | |
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| | | | Y para los 16 me pido las alas. | |
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